sábado, 10 de mayo de 2008

Rayuela


Pienso que en el universo de las subjetividades, los regalos dicen mucho. No solamente de quien los ofrece, sino también de sus destinatarios; y todavía más si los mismos van acompañados de algún tipo de dedicatoria, el verdadero obsequio que hace trascender al objeto mismo, según lo entiendo yo.

Hace unos años, al partir hacia otros puertos, María fue a despedirme. Era de noche y hacía frío. Llevaba consigo una pequeña cartera de color rosado. De allí extrajo un obsequio para mí: se trataba de Rayuela, su libro de cabecera; según me dijo alguna vez, su "biblia".

Siempre me llamó la atención su fascinación por Julio Cortázar, por su vida y obra, por su forma de pensar. No era extraño que extrajera fragmentos de determinados pasajes de sus libros para que vivan en algún papel o en otras superficies donde un mensaje siempre pudiera tener su razón de ser y estar al cotidiano alcance de todos. En cualquier parte: en las paredes o en la heladera, en las puertas o ventanas, en el cuerpo que recubre al foco de una lámpara.

Ese libro que me regaló había sido suyo. Con letra verde, en su primera hoja, puede leerse "María de los Ángeles. 2004". Es decir, que ese obsequio tenía una historia importante junto a ella; sus hojas estaban gastadas y también con sendas anotaciones. Daban cuenta de un texto varias veces recorrido.

Expresado lo anterior, me permito compartir algunos subrayados hechos por ella en los primeros capítulos. Quizás, tomados así, descontextualizados, no digan demasiado, pero no es esto lo más importante, sino que, al fin y al cabo, dicen algo que le ha llamado su atención y que en definitiva hablan de ella misma, lo cual, sin lugar a dudas, es significativo.

Capítulo I:

(Marcado entre corchetes): "...Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar a su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuesras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico...(...)...Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".

Capítulo II:

"...Nunca pude resistir al deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre mí, desdoblarse otra vez después de haber estado por un momento tan sola y tan enamorada frente a la etenidad de su cuerpo".

"Llegué a aceptar el desorden de la Maga como la concidíón natural de cada instante".


"...Era siempre yo y mi vida, yo con mi vida frente a la vida de los otros".

Capítulo III:

"(...) La confianza que dan las buenas lecturas y la inteligencia, producían también su se lo digo yo".

Todavía recuerdo aquella noche, aguardando en la terminal. Pensaba que un sinónimo del vocablo "regalo" es, curiosamente, "presente". Tener a alguien presente es un regalo, es una manera de trascender. Todo legado está llamado a vivir siempre.

De aquella vez, ya con Rayuela entre mis manos, me quedo con una imagen que siempre estará latente en mí. "Sé feliz", me dijo ella, con una expresión tan locuaz que, desde entonces, no he hecho otra cosa más que aceptar su invitación.