jueves, 27 de marzo de 2008

La bicicleta de Lucas (Diario Crítica 22/3)

Lucas Ramoscelli era bajista. El bajista de Para el resto, la banda que había formado con cuatros amigos. Lucas era un rocker que vivía entre rockers enormes: su cuarto estaba decorado con un poster de Luca Prodan y con otro de Viejas Locas.
El resto de las paredes estaba cubierto también. Todas las entradas a todos los recitales a los que había ido aparecían pegadas, prolijas, con cinta doble faz, alrededor de su cama. Eran sus trofeos. Bien ganados.
Lucas tenía 24 años, vivía en Bahía Blanca con María, su novia, una piba de Villa Regina. Algunas entradas que pegó en la pared estaban duplicadas porque con ella compartían la pasión
por la música. En un estante del cuarto asomaban más de 200 DVD de recitales. Pink Floyd, Sumo, Las Pelotas, Los Redondos sonaban todo el día. Muchas veces se juntaba a zapar con su hermano Franco, que le daba a la batería.
Lucas tenía una bicicleta inglesa. En ella llegaba al trabajo todos los días a las ocho de la mañana y salía a repartir cartas para un correo privado. Pensaba en inglés porque se había recibido
de profesor.
Lucas tenía un gran placer: ensayar con Para el resto en el quincho de su casa, pero el sábado cambiaron de lugar. Se juntaron en un departamento, comieron milanesas y decidieron ir a un bar frente a la facultad. Escucharon música hasta que el bar cerró. Decidieron seguir la charla un rato más en los escalones de la facultad.
Cruzaron la calle Alem. Lucas le agarró la mano a María. Ninguno de los dos pudo esquivar el destino.
(Lucas y María murieron en el acto. El conductor que los atropelló iba a gran velocidad)

...

Consagrado a los dioses Manes, aquí está enterrada,
Ojos de Sol, pequeña dulcísima, que vivió cinco años, dos meses.
Yace en la tierra de Apulia que es enemiga de muchas madres.
Tú viajero, ven aquí y recuerda:
Es preferible vivir un instante, si ese instante lo hacemos eterno.
Ahora vete. Respira. Algún día volverás.
La amada madre lo hizo.

(María)