lunes, 31 de agosto de 2009

En eso estamos

Confieso que desde lo que sucedió con ellos no dejo de pensar a cada instante sobre el sentido de la existencia. Digamos que siempre conviví con muchas preguntas afines sin resolver, pero nunca antes asistí a una inquietud tan poderosa, que me trascendiera tanto y hasta impactara de manera directa e inmediata sobre mi subjetividad.

El universo, necesariamente, es diferente para mí. De ninguna manera podría ser igual. Eso no me genera grandes sorpresas, por el contrario, puedo considerarlo como algo esperable de mi parte. Lo verdaderamente llamativo, lo curioso, lo fuera de lugar o de lo común es lo que contribuye a cultivar un misterio que sólo lo entiende a su manera el que lo vive. Uno sabe que hay gente que deja de habitar este mundo, pero lo comprende de otra forma cuando un ser querido y cercano se encuentra ante esa realidad.

Me quedo pensando en todas estas cosas. Me intriga saber qué pensaría María ante una situación de esta naturaleza. Según lo que pude conocer acerca de su manera de pensar, sentir y comprender, según sus charlas con el sol o la luna de testigos, trato de imaginar posibles respuestas, pero no es lo mismo. Entonces me quedo con la duda, con el suspiro contenido, con mi mirada perdida en la luz que entra por la ventana.

Ni idea qué podría decirnos ella. O sí: "Vivan", supongo-quizás-seguramente.

martes, 25 de agosto de 2009

Un día como hoy

Cada vez que antes de mis sueños más profundos miro al estante que se ubica frente a mí, puedo ver a aquella caja que, para un día como hoy, me mandaron a modo de obsequio. Tiene tu letra señalando el remitente y el destinatario. Tiene regalos. Tiene una carta tuya y ese cuento que una amiga en común nos escribió.

En días como los de hoy no dejo de pensar que tu presencia me sigue acompañando. María, gran amiga, siempre te siento muy cercana y ése sí que es un muy lindo regalo.

lunes, 17 de agosto de 2009



La tierra sigue girando alrededor del sol y se viene otra primavera. La lluvia y el viento han ido puliendo las asperezas de la vida y si bien quedan las grietas de la pena, el vendaval ya pasó y quedan los maravillosos recuerdos de cuando el camino era liso y sin escollos.

No quisiera recordar cómo fue el gran tropiezo, no vale la pena detenerse en ese punto tan terrible, quiero ir más atrás, cuando uno pensaba que las desgracias le ocurren a otros, en plena ingenuidad de la existencia.

Ella también creo que lo creía así, espero nunca se haya imaginado siquiera que sería la primera en partir.

Siempre recuerdo la tibieza de sus manos suaves, sus largas pestañas de niña malcriada, su risa contagiosa y su vos la tengo pegada en mi oído, la pienso y la escucho como si estuviera conmigo.

Cuando era pequeñita la hacía dormir con cuentos o canciones, nunca fui buena para cantar, pero a ella le gustaba escucharme, había que salir despacito para que no se despertara, sino se levantaba mañosa y quien la aguantaba…

Me asusta que pase tan rápido el tiempo, pero a la vez se que es el remedio más efectivo para transformar las penas en una nueva forma de vivir, y para aprender a buscar en las grietas la dulzura de la vida.

Te quiero hermana, recibe mi abrazo, donde quiera que estés.