miércoles, 16 de abril de 2008

abrazo

Hoy hace un mes, un mes desde el otro día. Desde esa madrugada que salimos de “Agarrate Catalina” para cruzar la calle como tantas veces, como siempre.

Un descuido, el ruido de un golpe. Darse vuelta, correr, ver a nuestros amigos en el suelo, llorar y no poder creerlo, no poder más que llorar y dar vueltas en círculos.

Esa noche éramos tantos que el dueño del bar nos pedía que no nos riéramos tan fuerte, Maria fue a hablar con el, porque después de todo casi siempre terminábamos ahí. Tratamos de hacer menos ruido pero no fue posible, éramos muchos y cada tanto algo nos causaba gracia y nos reíamos. Nos fuimos de ahí por que hablábamos demasiado fuerte y nos reíamos a carcajadas.

Salimos para cruzar la calle, nada más. Hasta el playón, a sentarnos a charlar y tomar unos DR. Lemon que conseguimos comprar.

Yo cruce, varios cruzamos, otros venían atrás. No se cuantos éramos, si diez u ocho o doce, no se. Ya alguna gente se había ido, otros habían llegado. No se si Maria se quedo atrás besando a Lucas, pero venían atrás, pensé que habían cruzado detrás mío. Pero tardaron un rato mas, se entretuvieron, se dijeron algo, se agarraron de la mano para cruzar la avenida Allen, como quien va a la universidad, como hacemos y seguimos haciendo casi todos los días. Atrás de ellos venia el hermano de Lucas y su novia y no se quienes mas, adelante habíamos cruzado nosotros (cuatro o cinco) pero les toco a ellos. Hoy hace un mes.

Ayer estaba triste, sabia que se iba a cumplir un mes. Hoy me levante de mejor humor, hicimos un trapo que decía que hace un mes estamos esperando justicia, comimos todos juntos después de la marcha, dormí la siesta y no fui a cursar. Ahora, a la hora de escribir esto, suenan Los Redondos, como cuando ya no sabíamos que música escuchar con Maria y uno de los dos ponía el Luzbelito u Octubre, que joder y listo. Y a veces permanecíamos en silencio y escuchábamos la música, nada más. Porque a veces no teníamos nada que decirnos. Nunca era incomodo el silencio entre los dos, era un ritual, como si charláramos sin decirnos nada.

Ahora escribo apretando la tristeza que me sube por la garganta, escribo por momentos con rabia, frenéticamente, me paro, me siento, me sueno las narices, y me pesa la soledad de saberme mas solo que hace un mes.

Hoy nos falta un hijo, una hija, amigos, hermanos, pedazos grandes de nuestra alegría que se quedaron en los recuerdos. La tristeza no se cura, se vive con ella y uno solamente puede abrazar a las personas queridas con fuerza y acostumbrarse a que a la rutina de todos los días le falte un pedazo.

Yo conocía a Maria y a Lucas. Quería mucho a Maria, había aprendido a disfrutar de la risa de Lucas (tan particular, como de personaje de dibujos animados), de todo lo que sabia de música. Estuve con ellos tantas veces, tantas noches, tantas risas.

Todos hemos llorado tanto, seguimos llorando. Por eso escribo. Porque quiero abrazarlos, a ustedes, a mis amigos, a la gente que conoció a Maria en otros tiempos, a su familia, a todos los que estamos tan tristes desde hace un mes.

Yo no puedo consolar a nadie. Solamente puedo escribir para decir que estoy como ustedes, y estoy con ustedes y eso está bien. Que estemos todos juntos, está bien. Aunque halla la distancia de por medio, las palabras, la pantalla. Maria nos junto acá a todos. Amuchaditos, la tristeza no es la soledad y la vida que nos queda tiene una estrella nuestra para siempre.

Te quiero tanto todavía morochita mía de todo nosotros.

Un abrazo para todos.



juan pablo

1 comentario:

Adriano dijo...

Así es, Juan. Un segundo, tanta historia. Todo lo que cabe en un destello. Impresionante.

Te leía...Hacía rato que ansiaba leerte, escucharte, porque siento que nos estás hablando a todos, y...y necesitaba conocer tus sentimientos de hoy en día.

Podrían haber sido otros, pero fueron ellos. Podría...Siempre podría...El universo está lleno de cosas que pudieron ser, Juan, querido Juan.

Te digo que el abrazo sirve, que las palabras también, que la memoria mucho más...Jamás lograrán evitar toda esta ausencia que nos pasa a todos, pero al menos...Al menos, como decís vos, está bien que todos estemos juntos. María nos ha reunido...

...Y entiendo cuando decís que a veces convocaban al silencio, esos que solían generarse con ella. "Hablar sin palabras", cuánta verdad...Qué linda amistad.

Yo también estoy triste. Siento que nada ha vuelto a ser como hasta entonces. Tengo mucha impotencia, dolor, y tantas otras emociones afines.

Pero me sostiene la vida, la fe, las enseñanzas de María. Recuerdo que una vez me dijo que en la vida uno tiene que poder sostener una mesa con muchas patas...Cosa que si una pata se cae, las otras puedan mantenerla...

Esa idea me mantiene, la pienso y sigo...Como puedo, como me sale...Hay varias patas que hoy sustentan mi mesa. Incluso una de esas patas que logran sostenerla, se llama, simplemente, María.

Juan, querido Juan...Un gran abrazo sin distancia...