viernes, 4 de julio de 2008

Por qué luchamos

¿Por que luchamos? ¿por que seguimos marchando? ¿por qué hasta hemos incumplido con nuestras obligaciones personales? Cuando siempre pregone que mi primer responsabilidad es le familia, porque allí cumplimos roles únicos e irremplazables y mi segunda responsabilidad es mi trabajo porque también mi rol es exclusivo pero allí no soy irremplazable.

La realidad es única, la vida de Lucas y María no nos la va a devolver nadie, tampoco se realizaran sus ilusiones, solo nos queda lo vivido: este es nuestro duelo, el de sus familiares y amigos; pero si respondemos los porque: nos enfrentamos a que todos somos ciudadanos libres con derechos y responsabilidades, o sino ¿de que libertad estamos hablando?

Yo no quiero hablar del perfil de mis hijos sencillamente porque los amo y es muy probable que quien ama de verdad no pueda ser objetivo. Pero basta con recorrer las instituciones donde ellos se formaron para conocer que personas eran y nadie les va a negar la información. Entonces me pregunto ¿por qué a nosotros se nos niega conocer el curriculum del victimario? Con la simple respuesta de que en un accidente se recorta solo el hecho, lugar, momento y a veces las consecuencias.

Acá hay dos homicidios y una persona responsable de ellos. Ese responsable es el señor Marcelo Alejandro Fraga que debe estar preso porque no supo usar su libertad y sin embargo la justicia se la sigue regalando.

Graciela Ramoscelli.

1 comentario:

Adrianófanes dijo...

Además de adherir con el contenido de este post, se me ocurre pensar que también, quienes quedamos desde este lado de la vida, deberemos asistir a un montón de luchas que no hemos elegido transitar, pero que son adversidades puestas en nuestros caminos y que de alguna u otra manera tendremos que sobrellevar en el justo honor de quienes ya no están.

Aun en el caso de que la Justicia se expida en favor de lo que es justo (cuestión que, se sabe, no siempre pasa), los familiares y amigos de las víctimas deberemos mantener viva la memoria para que esto no vuelva a suceder: luchando para no fenecer en el intento, luchando para no quedarnos melancolizados en la tristeza de lo que no tiene retorno, luchando para seguir comprometiéndonos con nuestras vidas, luchando para habitar mejores mañanas que aquella fatídica madrugada de marzo.

La lucha, difícil por cierto, será de toda la vida; y así hasta el final de nuestros días...

Me gustaría proponer un mensaje de esperanza, pero no de esa esperanza como sinónimo de resignación; sino todo lo contrario. Me gustaría poder arraigar una esperanza activa, movilizadora, resignificando las adversidades; y por más que ello no sea consuelo de nadie, supongo que será una forma (de tantas otras más) de no dejarnos morir por quienes pisan el acelerador a fondo sin medir las consecuencias.

En la memoria, en el recuerdo, en el sentido común, en las fuerzas. En todo eso puede haber motivos de reencauzar la vida, por más que ya nada sea lo mismo.

Desde aquí, todo mi apoyo.