jueves, 20 de marzo de 2008

Diario Crítica 20 Marzo de 2008

Morocha y ricotera

AMaría de los Ángeles Mellado le decían la morocha. No pasaba inadvertida: llevaba muy bien su pelo negro, su corte stone ese flequillo por encima de las cejas que simboliza toda una manera de ser.
Estudiaba Filosofía en la Universidad del Sur y estaba preparando su último final. Luego haría unos trabajos prácticos, la tesis y el título.
Vivía en Bahía Blanca. Tenía 25 años y un novio, Lucas Ramosselli. Los unió desde un primer momento la música: los
dos eran ricoteros apasionados.
La alegría era completa cuando sonaba
Semen Up, la canción preferida de ambos.
La morocha era ocurrente. Siempre se salía con algún comentario que hacía que todos los amigos se descostillaran de risa. Le gustaba leer a Saramago y a Cortázar.
Tenía por costumbre anotar frases de Alejandra Pizarnik y colgarlas en las paredes de su cuarto. También colgó el
Manifiesto, de Pedro Lemebel, ese que dice: “No necesito disfraz, aquí está mi cara”. Con la banda de amigos se juntaban a escuchar música, a tomar algo, a reír un poco. El sábado a la noche se reunieron todos en la casa de María. Comieron unas milanesas. De postre, María había ofreció unos duraznos con crema.
Luego de cenar fueron a Agarrate Catalina, un bar que queda frente a la Universidad. A las seis y media el bar cerró. Cruzaron avenida Alem. Hubo un ruido muy fuerte. Lucas le agarró la mano a María para tratar de esquivar lo inevitable.

(María y Lucas murieron en el acto. Fueron atropellados por Alejandro Fraga que venía por Alem a más de 120 km.)


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